Zidane se movía con la armonía de un solo ser con el balón. Con una maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran de una perfección pasmosa, como pinceladas https://orlandoqusi466609.collectblogs.com/83107979/el-cabezazo-de-zidane-que-marcó-la-final-del-mundial